NO SOMOS UNA CIFRA MAS

 

Los muertos no vuelven. Ya no hablan. Ya no cantan. Ya no curan. Ya no bailan. Ya no juegan fútbol. Ya no van al colegio. Ya no van a la universidad. Ya no van al trabajo. Ya no están aquí, pero les siguen llorando. Su papito. Su mamita. Sus hijitos. ¿Los muertos descansan? Si lloras por ellos dicen que no. Pero, ¿cómo se aguanta el dolor? ¿Cómo se detiene el caudal de un llanto? ¿cómo se aprieta el pecho sin que el corazón te duela? ¿Cómo guardar las palabras sin que te duelan los labios? Aún no hay descanso eterno. Aún no. No somos solo números, somos peruanos.


El 15 de octubre, Lima volvió a llenarse de indignación, de gritos que pedían justicia, y de dolor que esta vez se llevó la vida de Mauricio Ruiz, otro joven más que no debió morir. Su muerte no puede pasar como una cifra más en las estadísticas de este Estado indolente. Mauricio tenía sueños, familia, amigos. Era peruano, como todos nosotros, con el derecho de vivir, de protestar y de ser escuchado.


Y, sin embargo, otra vez vimos cómo Lima y sus medios miran distinto cuando el dolor viene de las provincias. Cómo se mide con otra vara la vida de los que venimos de lejos, los que hablamos distinto, los que llegamos cargando el rostro de nuestros muertos. Lo de Mauricio duele, pero duele también ver la indiferencia, el racismo y el clasismo que se siguen respirando, incluso entre quienes deberían acompañar.

Nosotros no somos un número, no somos una “cifra de fallecidos”.Somos peruanos que sentimos, que lloramos, que seguimos de pie a pesar del abandono, del desprecio y del miedo. Nos quisieron callar, pero seguimos marchando con la memoria viva de nuestros hijos, hermanos y compañeros asesinados.

Este gobierno —que no es más que la continuidad del régimen de Dina Boluarte— sigue contando nuestros cuerpos, pero no escucha nuestras voces. Basta ya de convertir el dolor del pueblo en estadísticas. Queremos verdad, justicia y dignidad.



No hay justicia verdadera si no es para todos y todas. No puede haber memoria si se borra la historia de los que venimos desde las provincias a reclamarla. Hoy, exigimos que la muerte de Mauricio Ruiz no quede impune, pero también exigimos que se reconozca el valor, la presencia y la dignidad de cada uno de los familiares de víctimas de las regiones, que seguimos luchando sin descanso.



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